Caralvá
Hace aproximadamente tres años, en julio de 2007, el profesor Américo Giovany Ramírez, director de una Escuela de San Marcos fue asesinado cuando salía de su trabajo. En esa ocasión dos pandilleros fueron capturados por ese horrendo crimen.
El pecado del noble profesor fue oponerse al reclutamiento de los jóvenes estudiantes, que esas organizaciones delincuenciales exigían.
Ahora la historia se repite en otros tres maestros: Marlene del Carmen Barillas, Tomás Antonio Gómez y Felipa Argelia Barillas, reportados como desaparecidos el día 19 abril y la tarde del 20 de este mes, fueron encontrados sin vida en los parajes de San Juan Opico, La Libertad.
Su falta a lo mejor ha sido oponerse a la extorsión masiva que sufre la población estudiantil.
No existen palabras para describir el repudio que la ciudadanía siente contra estos cobardes armados, que amparados en estructuras de terror tienen por objetivo de causar daño a honrados ciudadanos desarmados.
Hemos vivido en violencia durante muchos años, suficientes para al menos tres generaciones de salvadoreños, no es deseable vivir otras tres generaciones ahogados en sangre.
Conocemos el amargo sabor de las familias de las personas desaparecidas, el clamor de sus amigos, el desamparo de los huérfanos, la degradación de los valores al irrespetar la vida, etc., por estas razones y por la memoria de tantos años de guerra civil, es oportuno responder con la mayor acción legal al desafío de estos delincuentes.
Son incontables las fechorías, los crímenes contra la ciudadanía, masivas extorsiones hacia el pueblo trabajador y tal parece que no existen respuestas efectivas ante este flagelo maligno.
Tanta violencia incluso parece una obra concertada para descarrilar el tren de la democracia y llevarnos al abismo de una nueva dictadura que con furia y sin ley alguna aplique indiscriminadamente las mismas acciones que sufren los ciudadanos honrados, esta nueva dictadura ejecutaría una nueva sangría contra todo aquél sospechoso de pertenecer a esas organizaciones… este escenario es el peor para nuestra nación.
¿A quién favorece tanta violencia?.
Es el turno de la clase política, puesto que son ellos los llamados a liderar el mayor movimiento civil contra estas organizaciones del mal.
Es tiempo de olvidar diferencias ideológicas puesto que el crimen no distingue a partido alguno.
Pero es tiempo también de ajustar las leyes, antes que aplicar la fuerza.
Es momento de olvidar la nostalgia de los Golpes de Estado porque estos no resolverán nada, como no lo resolvieron en el pasado.
La verdadera prueba actual, es si la clase política une el liderazgo nacional hacia la defensa de los ciudadanos y hace funcionar a las instituciones existentes. Si esto no se logra entonces el crimen organizado ha llegado a tal profundidad que poco podremos esperar para cambiar la realidad en los siguientes años.
El pueblo ha delegado a los dirigentes el poder de gobernabilidad y su representación política, es el momento de mostrar la mayor solidaridad y sabiduría para frenar a estos seres degradados en maras que no parecen humanos.
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